Muchos padres se dan por vencidos ante el
comportamiento inadecuado de sus pequeños, creen que son buenos padres si su
hijo es feliz y hacen lo posible y lo imposible por hacerlos felices; pero en
poco tiempo el niño es quien tiene el control total de la familia.
Otras veces los padres ante la intimidación del
hijo, intentan igualmente intimidarlo: gritan, agitan cinturones, amenazan con
dar nalgadas, etc., e igualmente al poco tiempo el niño toma el control de la
familia.
En ambos casos, los padres toman el comportamiento
de sus hijos como algo personal. Pero es necesario dejar claro lo siguiente: el
niño se cree el centro del universo, y desde este engañoso punto de vista nadie
tiene derecho de decirle qué debe hacer, ni negarle lo que él quiere.
El niño antes de aceptar que no es el centro del
universo debe quemar el último cartucho y hacer uso de todos sus recursos. La
labor de los padres es demostrarle, que no es el centro del universo.
Lo primero que los padres deben hacer es comprender
la situación y aceptar que hay comportamientos propios de la edad, si esto es
aceptado bajará los niveles de ansiedad y enojo, se podrá apreciar el panorama
y se podrá adoptar la posición apropiada.
Tenemos que comenzar a disciplinar, es decir, a
poner las normas
1. Establecer el límite que contenga el comportamiento
de su hijo, pero que no interfiera en su desarrollo.
2. Enseñarlo a adquirir la habilidad para demorar la
recompensa y para tolerar la frustración.
3. Convencer a su hijo que usted tiene el control y
por lo tanto es capaz de proporcionarle lo que necesita y protegerlo en
cualquier circunstancia. Pero para convencerlo, primero debe demostrar que
tiene el control, y sobre todo, demostrárselo a usted.
Para lograr estos objetivos necesita 3
instrumentos:
a. Manejar el ambiente de su hijo en forma apropiada.
b. Comunicarse de manera correcta.
c. Ser proactivo, en lugar de reactivo.
(Recopilado: Dra. Beatriz Napolitano)