domingo, 18 de agosto de 2013

EL NIÑO INQUIETO Y/O DISTRAÍDO Y SU RENDIMIENTO EN LA ESCUELA.


Un retraso en las habilidades cognitivas que le permitan regular el comportamiento, contribuye a que el niño tenga problemas para rendir en la escuela, para seguir instrucciones cuidadosamente, para cumplir normas, para llevar a cabo sus propios planes e incluso para actuar de acuerdo a las normas familiares y escolares. Por esto se le puede considerar desobediente y generalmente puede mostrar una variabilidad considerable en su rendimiento. 

Estas grandes variaciones se pueden encontrar respecto a la calidad, cantidad, e incluso rapidez en su trabajo. Fracasa a la hora de mantener un determinado patrón de productividad y precisión en su trabajo de un momento a otro y de un día a otro. Tal variabilidad es, con frecuencia, desconcertante para quienes están a su alrededor, ya que está claro que por la inquietud y la poca atención, puede completar su trabajo de una manera rápida y correctamente en una ocasión, mientras en otra sus tareas se realizan de una manera pobre, con poca precisión, y con relativa incorrección. 

De hecho, este niño con inquietud y/o fallas de atención, podría comportarse de manera molesta para los demás, suele recibir un elevado número de recriminaciones verbales y gestuales, hasta castigos físicos, desde los primeros años de su vida, tanto en su hogar como en la escuela. Es percibido por los adultos y los iguales como un niño "ido", “distraído”, “difícil de manejar” y/o intranquilo y demás condiciones semejantes. Con el tiempo, puede resultarle cada vez más difícil establecer y conservar amistades. También podría, en ciertas oportunidades, ser rechazado por los demás y no muy apreciado por sus maestros.

Los padres y maestros deben reflexionar sobre las siguientes afirmaciones:
• Permitir que el niño haga lo que quiera no es educarle.
• Ser firmes con el niño no significa ser inhumanos o despiadados con él.
• Estructurar el ambiente familiar y escolar ayuda al niño a formularse expectativas y valores que pueden dar sentido a su vida.
• Decidir por el niño no es abusar de su minoría de edad. Los padres y maestros tienen la obligación y el deber de tutelar a su hijo o alumno, hasta que alcance la madurez necesaria para decidir por sí mismo.

Ψ Elaborado por: Dr. Lorenzo Rubín Paradisi, (Ph.D.)