sábado, 26 de noviembre de 2011

NIÑOS QUE NO COMEN

No hay que obligarle nunca a comer algo nuevo; pero tampoco es necesario eliminar el alimento de nuestra dieta. Se ha comprobado que, si se le ofrece sin forzar, de forma regular, y si ven que sus padres lo comen acaban aceptando muchos alimentos del mismo plato de su madre (pero no todos).
La inmensa mayor parte de los "niños que no comen", en realidad presentan un normal estado de nutrición. De manera que el problema no es que "el niño no come", sino que sus hábitos a la hora de comer son improcedentes y crean malestar ambiental.

La conducta a seguir en tales casos debe incluir las siguientes recomendaciones:

1. ACTUAR CON SERENIDAD.  Los padres deben aprender a mostrarse serenos y neutrales... precisamente en esos momentos. 

2. HACERLE COMER EN SOLEDAD, por ejemplo en la cocina, o bien en el comedor pero a horas distintas de los demás. Si no tiene espectadores, no tendrá razón ninguna para realizar una actuación. 
3. PONERLE LA COMIDA DELANTE, Y ADVERTIRLE QUE SE RETIRARAN LOS PLATOS PASADO UN TIEMPO CONCRETO (20-30 MINUTOS). Así. Sin más. Sin gritos ni tensión. Antes bien, con la sonrisa en los labios. 
4. DEJARLE EN SOLEDAD EL TIEMPO PREVISTO, Y RETIRARLE LOS PLATOS. Hacerlo sin recriminarle nada. Es posible que la(s) primera(s) vez (veces) no haya comido nada o muy poco... pero tanto da. Justamente el acto de comer es una de esas cosas que cuando no se hace, más ganas vienen de hacerlo. Si no come nada en la comida... más hambre tendrá a la hora de cenar. 
5. NO DARLE NADA ENTRE HORAS. Ni consentir que otras personas se lo den. Ya comerá a la hora siguiente de comida, donde repetiremos los puntos 1-4.


Actuando así el éxito está, salvo rarísimas excepciones, asegurado. Se trata de actuar con serenidad, sin que el niño pueda interpretar la actitud de los padres como un reto. Cuando se plantean retos a los niños... ellos siempre acaban ganando de una u otra forma. Si la madre es capaz de actuar con tranquilidad, sin recriminaciones ni sermones, con la sonrisa en los labios, la mayor parte de niños y niñas comen normalmente al cabo de un tiempo que no excede los 3 días. Es frecuente que el niño aguante períodos de unas 12 horas sin comer. Rarísimo es el niño que resiste más de 3 días. 

EJERCER EL ROL DE PADRES

Niños que maltratan a otros niños, alumnos que cambian de colegio, padres que descalifican a los maestros y viceversa, alumnos que retan a los maestros, padres que se sienten lastimados por los malos tratos de sus hijos.., la lista es extensa y abrumadora.
Aunque el tema es complejo y va desde lo circunstancial del entorno social, la escuela y los medios virtuales de ocio, es necesario enfocar la mirada en lo más cercano al niño: los padres y su responsabilidad a la hora de trasmitir los valores que incluyan la convivencia en armonía y el respeto al otro.
Hemos pasado de una familia que "ordena y punto”, a otro estilo difuso de relación familiar, donde abunda la renegociación permanente, la “suavidad”, y una aparente renuncia o negación a ejercer la función paternal.
De los padres supervisores y exigentes, se ha pasado a otro estilo bien distinto: padres duros, críticos y al mismo tiempo sumamente permisivos, que cedieron su autoridad o están ausentes.
No nacemos sabiendo ser padres. Aprendemos a ello y aprendemos practicando. No hay otra manera. Y si no practicamos a su debido tiempo, luego no podemos controlar  al adolescente de más de metro setenta y más de setenta kilos de peso. Y es que, el oficio de educar al hijo, requiere una inversión a largo plazo y una adaptación continua a las demandas y necesidades del niño.
Del mismo modo que la ternura, el afecto, la caricia, el beso, la palabra cariñosa es imprescindible, también lo es, por supuesto el “NO”, el límite, la prohibición de determinados comportamientos. Si el niño no ha tenido límites desde temprana edad, no sólo hará la vida imposible a las personas de su entorno para obtener lo que desea cuanto antes y a cualquier precio, sino que además, carecerá de una propia conciencia de sus verdaderas necesidades, de sus verdaderos límites y, en consecuencia, de su identidad.
Somos lo que superamos, lo que nos hemos visto obligados a  aprender, lo que incorporamos a través del trabajo y del esfuerzo. Si el premio o el regalo son permanentes y sin motivo, si ante la demanda y las pataletas, hay un silencio, complaciendo el deseo sistemáticamente, se termina no valorando lo que se obtiene. Entonces, nada importa, nada cuesta, nada vale.
La mala cara, la pataleta, el berrinche y la agresividad, se aprenden y se incorporan al comportamiento, ya sea  por imitación o por permisividad. No son “cosas de niños”, se va el futuro en ello. Quizá es necesario recuperar palabras como: respeto, responsabilidad, esfuerzo, diálogo, voluntad, entrega, generosidad, paciencia... Quizá deberíamos dedicar tiempo a hablar sobre en qué consisten estos conceptos con nuestros hijos y realizar tareas que los lleven a la práctica. Debemos ser responsables de su adecuada socialización. Un “todo vale” hoy se convertirá en  un “todo vale” mañana. Y en ese “todo vale” están las semillas de la violencia futura, el egocentrismo, de la indiferencia moral, incluso de la psicopatía con todas sus consecuencias. 
(Recopilado por: Lic. Geraima Espinoza)